Varón con Bulimia

anónimo
    

Diciembre-2009

He de empezar diciendo que tengo “bulimia nerviosa” y no que soy bulímico, pues esto es una enfermedad como otras; más difícil de superar, pero al fin y al cabo no es que sea algo crónico, y si se quiere se puede. Es algo que cuesta, pero con trabajo, constancia y mucha fuerza de voluntad se puede superar, y hablo desde la misma experiencia.- No es que haya superado esto completamente, pero a día de hoy me encuentro muy bien, y he aprendido muchas cosas, como por ejemplo, a comer, a controlar la ansiedad, a superar los retos que te propone la vida, que no son pocos…
Como ya he dicho antes, tengo bulimia desde hace ya 10 años aproximadamente. En todo este transcurso de tiempo he de decir que unas veces era consciente de mi problema y otras no, o quizás, ni tan siquiera quería darme cuenta, pero a día de hoy sé, que ya son 10 años y también te das cuenta de los problemas y consecuencias que acarrea esta enfermedad; esto que cuento lo hablo desde mi propia experiencia;
Siempre he estado obsesionado con mi peso, aun pesando 30 kilos menos de lo que peso ahora. Si no encontraba trabajo, lo achacaba a mi aspecto físico, pues cómo iban a querer una persona con esta barriga; si no ligaba con alguna chica, igual empezaba a pensar que cómo iban a querer estar con alguien como yo, pero todavía iba más allá, en esto de las mujeres, pues aunque cueste creerlo, yo me daba asco a mí mismo físicamente, y aunque estuviera con alguna mujer, y me dijera que estoy bien, como yo no me gustaba, era incapaz de quitarme la camiseta, e incluso muchas veces no mantenía relaciones sexuales por vergüenza a que viera mi cuerpo, y si todo marchaba para adelante siempre tenía que ser con la luz apagada. Me avergonzaba de mi cuerpo, y claro, todo pasa factura, y una cosa lleva a la otra, y siempre te quieres ver mejor, así que decidí adelgazar, y ¿cómo? Pues haciendo trampas: empiezo comiendo menos, pero las ganas te devoran, me apresaban, y cada vez que dejaba de comer o comía menos era más grande, esa ansiedad por comerme todo lo que pillaba. Y esto me trajo consecuencias. Una fue la mala relación con mi familia, pues siempre discutíamos porque atracaba el frigo; eso sí, me daba igual la hora, me podía levantar a las 3, 4 de la mañana e ir al frigo a ver si había sobrado algo de la cena, y si no, me daba igual, cogía lo primero que pillase, como si era carne picada cruda, el caso era comer algo. También solía coger cosas a escondidas, para después comérmelas en mi habitación, e incluso en el baño, pues sabía que ahí no iban a entrar mis padres, y me lo comía a gusto, pero luego había que enfrentarse al espejo y me invadía una sensación de malestar, de saber que había hecho mal, y que me iba a hinchar más y más.
Con el tiempo, antes de atracar el frigo, sabía que estaba mal, y que después de hacerlo me encontraría fatal; y además, cuando se dieran cuenta mis padres, de lo que había hecho, otra bronca. Pero en el momento de hacerlo me daba igual, sólo quería comer, aun consciente de lo que venía, y de cómo el espejo pasa revista. Cada vez engordaba más, y decidí ponerle solución. Lo que coma lo vomito y así no me engorda; es más, podría hasta adelgazar. Y así fue, empecé poco a poco, al principio sólo lo hacía después de un atracón, luego después de cenar, pues así, iba con el estómago vacío y no engordaba. Más adelante pensé: “Pues en la comida y la cena, ¿por qué no?, ya que son las comidas más importantes”. Pues por lo tanto serán las que más engordan; eso sí, yo nunca me saltaba la comida, o la cena, y si podía repetir mejor que mejor.
Las demás comidas no las vomitaba, porque no las hacía, ya que nunca desayunaba; almorzar, a veces, y merendar, ni pensarlo, bueno, sí que hay veces que picaba, pero eso no lo echaba. Pero con el tiempo llegué a vomitar todo lo que ingería, tanto, que aprendí a vomitar sin meterme los dedos, y sí, adelgacé, pero ¿a qué precio? Tenía el estómago fatal, siempre con ardores, me estaba quedando sin voz, pues siempre estaba con la voz ronca, los dientes los tenia super sensibles y es que claro, no era consciente de que me estaba destrozando el estómago, al forzar el vómito, mis propias cuerdas vocales y el esmalte de mis dientes, con mis propios jugos gástricos. Además, no era yo mismo, me había cambiado el carácter, estaba triste, y no sabía por qué, siempre discutía con la mi padre, y ahí fue donde era consciente de que tenía que poner solución a esto y mi padre me encontró este centro, ACLAFEBA. Y bien, la verdad, todo viento en popa, pero ilusamente decidí, yo solo, que estaba mejor y dejé de acudir. En ese tiempo empecé a vivir solo y también empecé a decaer, otra vez a atracar el frigo y esas cosas, pero claro, esta vez no tenía a nadie que me controlara y estaba bien, pero la factura no perdona, y el espejo y la báscula tampoco, y engordé de 95 kg a 138, unos 43 kg. Esto me acabó de hundir, pues la ropa de siempre no me valía y tenía que comprar en tiendas especiales, con tallas grandes. Y todo ello me afectó tanto, que dejé de salir de casa, dejé de relacionarme con mis amigos y con mi familia, lo justo, porque encima cada vez que salía, siempre me decían, anda que cómo te has puesto, y peor me sentía. Así que empecé a ser un hombre solitario, e iba de casa al trabajo y viceversa y sólo me dedicaba a ver películas y series. De vez en cuando lloraba sin motivo, y no tenía ganas de nada, de nada , más que de estar tumbado y comer; eso sí, el comer se me daba muy bien, hasta que un día, inmerso en ese mundo que me había creado, decidí ponerle solución y volver a ACLAFEBA, ese centro en el que estuve unos meses nada más, pero ahí no acaba la cosa. Estando avanzando en mi recuperación en el centro, en mi trabajo me dieron un aviso y me querían mandar a un endocrino, e incluso cambiarme, pues no era apto para mi trabajo (decir, que trabajo de bombero en el aeropuerto de Villanubla). Eso ya fue lo que me acabó de hundir, pero poco a poco todo se supera, y aquí en ACLAFEBA está lleno de profesionales, empezando por el Dr. Bombín (el psiquiatra), siguiendo por Vinda (mi dietista), Alicia (mi psicóloga) e incluso Eloy (que es la persona que te recibe nada más entrar y te informa de todo). En definitiva, todo el personal de ACLAFEBA, y les quiero dar las gracias a todos ellos, pues han conseguido abrirme los ojos, aprender a superar mis problemas con la cabeza por delante, me han enseñado a comer e incluso a disfrutar de la vida.
Gracias a ellos, he recuperado las riendas de mi vida, no he perdido mi trabajo y vuelvo a ser el mismo, que hace años que no era.
Para terminar decir que algunos piensan que la bulimia es una enfermedad de mujeres, pero yo soy un hombre y cada vez hay más hombres con este tipo de problema, sólo que yo le eché valor, así que ánimo a toda la gente, sea del sexo que sea, que pongan solución antes de que se destrocen la vida.
Sé que me queda mucho por trabajar, pero algún día diré que: Tenía bulimia.